La modernidad en su estructura organizativa, física y operativa que exhibe el Club de Empleados del Banco Central de la República Dominicana (CEBC) coloca esa entidad como una de las más modernas del país, bajo una identidad de naturaleza clubística. Alcanzar lo que hoy disfrutan los empleados es el resultado del sueño de un joven que llegó con un ideal al Banco Central en el año 1963, cuando apenas unos 18 años.
La idea de gestar la creación del Club de Empleados del Banco Central, si bien probablemente hay quienes consideran que hubo indicios antes de la década de 1960, es bajo la administración del gobernador del Banco Central, Diógenes Fernández, y la presidencia de la Junta Directiva (JD) de Opinio Álvarez cuando el CEBC adquiere una condición formal. Álvarez es conocido como el primer presidente del CEBC a través de unas elecciones, que fueron celebradas en la sede actual del Banco Central. Pero según escribió Miguel Díaz (Crónica Central, 2007, p. 10), en su enjundiosa investigación, se atribuye al superintendente de Bancos, Virgilio Álvarez Sánchez, ser el “promotor” de la fundación del CEBC. Álvarez, quien siendo un joven de unos 18 años, fue empleado por el Banco Central a través de un concurso, publicado en el periódico El Caribe, e inmediatamente comienza a darle cuerpo a la idea de un club, un planteamiento que trajo desde sus años de estudiantes de bachillerato en el Colegio Dominicano De La Salle. Eso encontró apoyo en el gobernador Fernández. “En ese momento no había un club, pero sí había un grupo de personas que estaban interesados en que hubiera un club”, señala Álvarez.
“Antecedentes previo no teníamos. Pero debemos suponer que así como se había tomado la iniciativa de formar el club, sí había, probablemente, en otras gestiones, en otros períodos, ese tipo de interés en que eso se formara”, aclara Álvarez.
Antes que el CEBC se alojara en el moderno local en el que ahora funciona, utilizó con carácter de préstamos otras instalaciones. Según el artículo de Díaz, la Casa de las Academias, Brugal Patio, Club de la Cervecería, y el Club de la Juventud fueron sedes utilizadas por el CEBC. De las cuatro, Álvarez confirma la última, así como el Golfito, ubicado en la Avenida Bolívar por los alrededores de la calle Socorro Sánchez.
El llamado Club de la Juventud está situado en la Calle 19 de Marzo, esquina Arzobispo Portes. Hoy funciona allí la iglesia Templo Bautista Central. Según cuentan lugareños, para los años ‘60, ese lugar era un centro bien concurrido en el que también se realizaban grandes fiestas. El club de hoy día, ubicado en la Núñez de Cáceres con Independencia, está levantado en un área de 30,032.68 metros cuadrados y en él se practican varios deportes, además de las actividades sociales y recreativas.
La extensión de los terrenos del club era mayor, tanta que llegaba hasta el farallón de la avenida Núñez de Cáceres, aunque en 1986 fue limitado por la construcción del túnel que funciona en esa importante vía. En aquel entonces “teníamos incluso hasta un minigolf y también había un área de diversión para niños, que era muy grande, debajo de árboles frutales y una serie de cosas más”, apunta José Clemente Álvarez, expresidente de la Junta Directiva de CEBC.
El club es cerrado temporalmente en 1989, señala Díaz y es reabierto, ya remozado, en 1992 con las Olimpíadas Bancentralianas. En la zona donde se observan los arrecifes próximos al club, antes de que se construyera el túnel, era la parte extrema del club. “Eso era una cosa maravillosa, con una grama bonita. Había frutales y una serie de cosas más, que invitaron a que se hiciera un minigolf”, apunta Taveras. Según apunta Álvarez, el club fue reducido “a menos de la mitad”.
Cristalizar esta obra tomó años. En sus inicios la intención del club se manifestó en distintos recintos que se les prestaba con fines deportivos y otros sociales.
Pero no todo era fiestas. Lo primero que apareció en el club en términos de práctica deportiva fue el softbol, el cual se jugó en distintos lugares, algunos de ellos imprecisos. Anterior a la gestión de Álvarez, el softbol comenzó a ser parte fundamental, apunta Díaz. Álvarez relata que cuando tomó la presidencia “en ese momento el Banco no tenía un local especializado para uno hacer esas actividades. Entonces lo que se decidió fue tratar de hacer actividades sociales donde hubieran fiestas, bailes, eso fue algo en lo que nos enfocamos en primer lugar. Y en segundo lugar nos enfocamos ya en las actividades deportivas y dentro de las actividades deportivas, nuestra actividad principal estaba vinculada al softbol”.
Un estadio de la Caribbean Motors, ubicado en la Avenida Independencia, se usó para esos fines. Para animar más los partidos de softbol se utilizaron hasta “siete madrinas” por equipos, cuyos jugadores llegaban en una guagua que aportaba el Banco Central. Junto a eso también se desarrollaban las actividades sociales que incluían fiestas, carnavales, desfiles de moda, una agenda desarrollada con la participación de los empleados, aproximadamente a finales de la década de 1960. Los empleados del Banco Central realizaban unos aportes que rondaban entre uno y tres pesos, la mayor cantidad proveniente de los ejecutivos de esa institución.
El softbol, primer deporte
La primera motivación deportiva que se disfrutó en el CEBC fue el llamado deporte de la “bola suave”. Así como se utilizó el play de la Caribbean Motors, también, cita Díaz, se jugó en los estadios de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en el Molinuevo Park, y en el parque de la Cementera, además de los terrenos donde hoy se ubica el hotel Hispaniola, entre otros.