Su cuarto vástago todavía no tiene la edad suficiente para asistir, pero está sentado en una silla, tranquilo, mientras a su alrededor se escuchan voces infantiles que provienen de todos lados, como si se tratara de un recreo en el más poblado centro estudiantil.
En ese mundo discurre el tiempo de Gissac, María Teresa y Sarah Morillo, los tres hijos de Grimaldy, que, despreocupada, disfruta del soleado día de verano en el CEBC. Sus niños ya están buenas manos, así que la preocupación no tiene lugar en este mundo de diversión y aprendizaje.
Ella confía a ojos cerrados en el campamento, así que ahora tiene la oportunidad de, incluso, pasar el día ahí, pues al final de cuentas se encuentra en un club con todo lo necesario para el sano esparcimiento.
Su nota para el campamento de 2017 es sobresaliente. “Todo ha sido excelente, he visto más niños que el año pasado”, dice Grimaldy, cuyo esposo trabaja en el departamento administrativo del Banco Central de la República Dominicana (BCRD). “La organización ha mejorado bastante, he visto que han progresado paulatinamente con cosas que el año pasado tal vez no se tuvieron en cuenta”.
Como Grimaldy, hay muchas madres que además de llevar a sus infantes al campamento, aprovechan las instalaciones del CEBC.
Una de las bondades del campamento de verano “¡Un verano inolvidable!” del CEBC es que aún en el transcurso de su tercera semana los padres tienen la oportunidad de inscribir a los campistas.
Ese es el caso de Cristiana Holguín, una orgullosa abuelita que justamente matriculó a su nieto Alexander en la tercera semana. Su nieto, aunque no habla español, ha tenido un proceso de adaptación rápido y adecuado. “Le pusieron una monitora que habla inglés”, afirma la señora Holguín, una pensionada del BCRD que trabajó en el departamento de comunicaciones. “Estamos muy contentos porque ya él se ha unido al grupo y lo está disfrutando como queríamos”.
Esta es otra de las ventajas que ofrece este programa. No importa el idioma, la diversión y el aprendizaje están garantizados. Elissa Morales también tiene a tres hijos en el campamento, además de un trío de sobrinos. Ella es responsable de llevar diariamente a sus tres retoños y a una de sus sobrinas.
Elissa valora la ayuda que representa la realización de este campamento cada verano. “Puedo trabajar más extendido y no tengo que estar cortando el día por la mitad”, asegura la dama, cuyo esposo igual trabaja en el BCRD. “Ellos están súper contentos haciendo sus manualidades, clases de bailes y deportes que han practicado muy poco y aquí lo están haciendo”.
A Grimaldy y a Elisa le pasa lo mismo con sus hijos. Según ellas, sus vástagos no son muy dados a practicar actividades deportivas, pero el campamento tiene el mérito de hacer que hayan cambiado de mentalidad.
Ambas están sorprendidas y felices con esa situación a sabiendas de la práctica de deportes ayudará al crecimiento adecuado de sus hijos. Tanto Grimaldy como doña Cristiana y Elissa no tienen otra nota que poner al pasar balance al campamento: sobresaliente.
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