El sol del mediodía veraniego picaba, pero Reyes ayudaba al niño con amabilidad. “La raqueta al nivel de la cadera”, le decía. “Esto no es béisbol, no hagas ese swing así”. El infante mejoró después de varios intentos, quizás no al nivel de Roger Federer o Rafael Nadal, pero cada vez lucía más cómodo en la práctica hasta el turno de otro niño.
Como Reyes, 23 entrenadores deportivos están comprometidos a que los cerca de 400 niños del campamento del CEBC regresen a sus hogares más pulidos deportivamente hablando.
El profesor de tenis es parte de un personal que además de contar con esos 23 entrenadores, tienen dos coordinadores deportivos, catorce profesores en áreas culturales, catorce monitores y 19 asistentes de monitores.
Ese es el batallón que el CEBC ha dispuesto para lograr el mejor desempeño posible de los campistas. Esa cifra no toma en cuenta la empleomanía habitual de la entidad, que igual está directamente involucrada en este proyecto que ya es ley cada verano.
La gran mayoría de los entrenadores y de los profesores en las aéreas culturales son empleados del CEBC, mientras los monitores y asistentes son hijos de socios del club que fueron debidamente calificados para ejecutar las tareas asignadas.
Taiisha Medrano es la monitora en ajedrez. Ella se hace asistir de Lisa Medrano. Ambas están a cargo de los grupos que pasan por las clases del deporte ciencia que se imparten al aire libre bajo la sombrilla de un frondoso árbol de caucho muy cerca del gran salón donde otro enorme grupo de niños se divertían con juegos de habilidades.
“La están pasando bien”, expresó Taiisha mientras tenía una partida con Lisa y su grupo se mantenía concentrado y con vista fija a los cuadros verdes y blancos. “Los niños han estado entretenidos y se han portado bien”.
Reyes, Taiisha y Lisa tienen algo en común: que disfrutan lo que hacen con alegría. Ellos, al igual que los casi 400 niños, también se divierten y aman lo que hacen: “¡Un mundo de diversión para nuestros hijos!”.
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