Notas informativas

Clases de barro y sancos: entretenimiento y aprendizaje con manos y pies en el campamento

Eloisa Vigil y Andy Segura tienen a su cargo dos clases que han despertado mucho interés entre los niños del campamento de verano del Club de Empleados del Banco Central (CEBC). Los dos han llevado su vasta experiencia en sus respectivas tareas a los campistas que año tras año tiene novedosas formas de entretenerse y aprender.

Eloisa ofreció dos clases de barro que puso en contacto a los niños con este material, mientras que Andy encanta de lunes a jueves con sus clases de sancos.

Estas dos formidables actividades recreativas se imparten por primera vez en el campamento veraniego del CEBC en el que participan cerca de 300 infantes.

Es lo nuevo que el departamento de actividades ha incluido en la matrícula y la acogida compromete una repetición.

La clase de barro fue ofrecida por Eloisa, quien brinda un variado universo de actividades como los títeres, el slam o moco loco y la hada de los dulces.

Fue una sola vez y la experta en manualidades quedó fascinada con el comportamiento de los niños, quienes mostraron su creatividad a la hora de manipular el dolo. “Les enseñamos a manejar el material, las diferentes técnicas que hay, como cuidarlo y como moderarlo”, explicó la profesora. “Les enseño una muestra de lo que podemos hacer. Les hago una mano, un pozuelo, una lamparita de barro o un florero, pero al final les digo que hagan lo que ellos entiendan, porque la misión es que ellos tengan sus propias iniciativas. Por ejemplo, uno de ellos hizo una pirámide”.

La profesora contó que en su clase se utilizó un barro que básicamente viene preparado, lo que permite que los campistas salgan completamente limpios de la clase.

Eloisa tiene cuatro años trabajando en los campamentos, pero esta es la primera vez que se involucra en esta peculiar tarea. A ella le tocó trabajar con el grupo de 7-8 años, miembros de quienes habló de maravillas por lo bien que se portaron y por la atención que prestaron.

Algo similar le pasó a Andy, quien de 2:00 a 4:00 de la tarde enseña a los niños una sencilla manera de divertirse con los sancos. “Se le explica cómo se sube, cómo se posicionan los pies y la soga y luego se le explica como caminar”, sostiene el joven que tiene unos cuatro años de experiencia en esta peculiar actividad. “No se pueden abrir los pies mucho, no se pueden juntar mucho, y no se pueden dar pasos largos”, agrega.

Esas son las puntualizaciones básica a la hora de tomar estas clases.

Andy usa dos tipos de sancos en sus sesiones. Los de lata y los de madera. Deja claro que los de lata son más fáciles de aprender, de acuerdo a su experiencia. “Los niños lo asimilan bien rápido”, afirma. “En una clase se puede a aprender a caminar en los sancos de latas, porque los de madera es más complicado”.